¿Podemos innovar aisladamente? ¿Cuántas veces nos hemos visto en situaciones rutinarias que implican colaborar con otras personas? Si hablamos en un sentido laboral, son innumerables las situaciones, desde liderar un equipo hasta compartir un almuerzo con otros compañeros de trabajo, por supuesto, no es tan sencillo compaginar y conectar en ideas con todo un entorno de personas, sobre todo por que naturalmente, todos pensamos distinto.
Entonces podemos decir que esta complejidad es en parte un resultado más individual que colectivo (bueno, puede llegar a ser debatible claro). Por lo que solucionar dicha complejidad no debe ser precisamente un trabajo aislado.
Schumpeter sacó a luz el concepto de “destrucción creativa” y desde entonces grandes empresas, organizaciones y agencias consultoras han empleado esto como parte de su marco lógico de procesos, sobre todo en los que implican un proceso creativo. Por otra parte, Chesbrough vio la oportunidad de optimizar este pensamiento creativo y lo elevó a un concepto que me resulta fascinante: la innovación abierta.
Y es que innovar de manera abierta es colaborar en conjunto con actores claves, llámese socios estratégicos, colaboradores o simplemente aliados. Sin embargo, colaborar implica también un proceso de creativo y sobre todo metodológico. Podemos decir, que en todo el universo de metodologías ágiles, lo importante a tomar en cuenta es que se deben producir objetivos duales y que estos se conviertan en resultados efectivos para la organización que representamos y con la (o las) que hemos colaborado.
Innovar siempre será un asunto de colaboración, por la propia naturaleza de la “destrucción creativa” y porque reemplazar las ideas tradicionales por unas mas abiertas es menos “complicado” si se hace de manera conjunta y sobre todo en armonía.
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